UN BUEN COMIENZO

Doy rienda suelta a mi nuevo blog sobre cine en Blogger. El anterior, llamado LOS VIERNES AL SOL, lo tenía en la plataforma El País. Aunque hablar a éstas alturas de Crepúsculo no es muy actual. Pero una forma de empezar a darle un contenido, en todo el trabajo de composición y grafismo de éste nuevo blog, era comenzarlo rescatando algunos de los antiguos artículos de LOS VIERNES AL SOL, con críticas sobre películas que en su momentos fueron éxito, como la protagonizada por Kristeen Stewart y Robert Patinson.

viernes, 25 de abril de 2014

EL LOBO DE WALL STREET

Título original : The Wolf of Wall Street 

Dirección : Martin Scorsesse
Nacionalidad : E.E.U.U
Género : Comedia/Drama
Reparto :
Leonardo DiCaprio – Jordan Belfort
Jonah Hill – Donnie Azoff
Margot Robbie – Naomi Lapaglia
Matthew McConaughey – Mark Hanna
Kyle Chandler – Agent Patrick Denham
Rob Reiner – Max Belfort
Jon Bernthal – Brad
Jon Favreau – Manny Riskin
Web : www.thewolfofwallstreet.com
Duración : 180 min.

SINOPSIS

Narra la historia, basada en hechos reales, de Jordan Belfort, un corredor de bolsa que conoció en primera persona el éxito y el declive en la meca del dinero, Wall Street. Desde mediados de los 80, Belfort es un joven, de vida mediocre, al que le mueve la ambición por triunfar en las finanzas. Su primera oportunidad le llega como corredor de bolsa para LF Rothschild; empresa que quiebra en 1988, pero en la que Belfort aprende la principal picaresca para ganar dinero: por encima de los intereses y la dignidad de sus clientes, está una buena comisión

A partir de aquí, decide fundar Stratton Oakmond, con la ayuda de varios socios inadaptados, a los que va preparando para ganar en los negocios. La nueva firma arrasa hacia el éxito, y Belfort pasa a ser “El Lobo de Wall Street”, tomando las riendas de una vida repleta de prestigio, drogas, orgías sexuales y derroche. Su debacle comienza cuando los métodos comerciales cuestionables de Straton Oakmond ponen en el punto de mira a la fiscalía anticorrupción, y los excesos empiezan a hacer mella en la vida familiar.


CRÍTICA

Conoces ustedes la expresión "pues chico, ¿qué quieres que te diga?". El Lobo de Wall Street es la típica película que Hollywood y el mundo cinematográfico entero han glorificado en el limbo, pero a mi no dejo de parecerme una americanada aceptable y digerible, con la diferencia de que no es como tal una cualquiera, sino un producto con la firma Scorsese.

Las hazañas de Jordan Belfort en el mundo bursátil transcurren con el estilo al que Scorsese a sido fiel en las películas que, dentro de su filmografía variada en registros, irían en la línea de Casino o Uno de los nuestros; un argumento relacionado con el mundo del poder y la corrupción, en sintonía con la voz en off del personaje protagonista, y en el que se mezcla con esa peculiar ironía lo cómico y lo dramático. 

A medida que un actor - que no es el preferido de quienes lo seguimos asociando con el imberbe niño de Titanic o Shakespeare in Love - cobra peso en Hollywood, y va formando con Scorsese un tandem que viene siendo habitual desde Gangs of New York, el director de El aviador pierde ese peso, en ésta película. 

La picardía con la que aborda el ascenso y el declive del éxito en Casino o El color del dinero, se convierte aquí en los giros argumentales inverosímiles de un Jordan Belfort que tiene más vidas que un gato. La gracia de las situaciones canallescamente más extremas de Jo que Noche, aquí es una orgía de exagerados gags llenos de tacos, droga y masturbación, que más bien, parece sacada de cualquier secuela de Supersalidos o Resacón en Las Vegas. Todo ello, a juzgar por los actores elegidos para formar el equipo de ineptos con los que el protagonista funda Straton Oakmond; oséase, hombres gorditos, gafudos, lelos, y algo calzonazos, de los que es posible sacar una mente maravillosa, un arquetipo que se nos impone de forma habitual para que una película tenga gracia. (el ejemplo más representativo, Jonah Hill).

Si en Casino o Gangs o New York, Scorsese sacó lo mejor de una Sharon Stone y una Cameron Díaz, respectivamente, en sus mejores momentos como sex-symbols de los noventa, aquí el reparto no sobresale especialmente. Incluso la belleza exhuberante de Margot Robbie, nos llega en un momento en el que ya hay demasiados cuerpos diez en el celuloide, y la modelo Naomi Lapaglia - explosiva mujer de Belfort en el filme - es uno más, del que no sobresale nada más que el hecho de parecer sacada de la portada del Vogue, ni siquiera sus azulados ojazos dotan de fuerza a una mirada insulsa y unos gritos tan ñoños, que me recuerdan a esas pedorras universitarias siliconadas que morian asesinadas en las peores secuelas de Scream.

En definitiva, donde unos han visto una película que pasará a la historia, yo vislumbro un producto más del sello Scorsese, que ésta vez se ha rendido demasiado a lo comercial y al humor freak y facilón, y una película, casi rebajable al género de la teenager movie - de no ser por estar basada en una historia real- con la que la crítica ha sido demasiado benevolente solo por que viene del genio de Taxi Driver.

sábado, 19 de abril de 2014

OCHO APELLIDOS VASCOS


Dirección : Emilio Martínez - Lázaro 
Nacionalidad : España
Género : Comedia
Reparto :
·         Dani Rovira – Rafa
·         Clara Lago – Amaia
·         Carmen Machi – Merche/Anne
·         Karra Elejalde - Koldo
Duración : 98 min.
Guión : Borja Cobeaga, Diego San José.

SINOPSIS

Rafa es indudablemente andaluz. Con su pelo engominado, su marcado acento y su pasión por el Betis y las mujeres, nada parece hacerle cambiar hasta que un día se cruza en su vida Amaia, una vasca ruda y temperamental, de despedida de soltero en Sevilla. Ambos se enamoran perdidamente, en un flechazo de una noche, tras el que Amaia desaparece. Rafa iniciará un viaje rumbo al País Vasco más profundo, en el que iniciará toda una vorágine de peripecias desternillantes con tal de recuperar el amor de Amaia. Entre ellas, lo más difícil para un andaluz casto : hacerse pasar por vasco.


CRÍTICA


Tengo que reconocer que, cuando acudí al cine a ver Ocho apellidos vascos, lo hice por un efecto llamada. Mi curiosidad ante el considerado como fenómeno cinematográfico de la temporada, pudo conmigo y me arrastro con toda la marea humana que durante varias semanas, ha llenado las salas de cine. Sin reparar en saber, a priori, quien dirigía el filme, empecé a sentir un pequeño pálpito. A medida que Rafa emprendía su descabellado viaje hacia el País Vasco, para conquistar el amor de Amaia, iba dibujando, entre cada uno de los desternillantes gags que retumbaban en las mandíbulas de los espectadores, los matices que definen el estilo de Emilio Martínez-Lázaro. 



El primero, recordando la portada, con una tipografía y una estética vivaz, donde predomina el rostro sonriente y deshinibido de los personajes, situados a modo de mosaico. El segundo, las desdichas y encrucijadas que vive el personaje, en el entorno de la jungla urbana; un matiz que si bien en títulos como Lulú de noche, El otro lado de la cama, o La montaña rusa esa jungla es Madrid, en Ocho apellidos vascos, cambia ligeramente para desarrollar la acción en un entorno rural de las vascongadas. El tercero, una forma gamberra de hacer gracia, con situaciones que rayan el disparate y lo absurdo, las mismas por las que el espectador se muerde las uñas preguntándose ¿cómo acabara ésto? y se encuentra con un repentino y desternillante desenlace, a golpe de gag. Un humor con el que Martínez-Lázaro otorga en Ocho apellidos vascos, la virtud más inédita pero menos reconocida de la película; enfocar la ficción, en parte ocasional del metraje, en un terreno donde jamás se había atrevido a hacerlo ninguna otra comedia, que es el entorno abertzale vasco, con ese humor pícaro que, aunque respetuoso, hubiera sido imposible abordarlo de no ser por una coyuntura politica como la actual.

El cuarto, que el pilar fundamental de la picaresca sea el amor, y una lucha encarnizada entre sexo y personajes opuesto.
Pero sobretodo, los paralelismo que el fenómeno Ocho apellidos vascos, guarda con el que fué, en el 2002, El otro lado de la cama. Convertir lo que aparentemente se nos presenta como una comedia simple, una más del cine español, en el fenómeno del producto bien conseguido en un público, al que no se le ha dejado indiferente.


El inconveniente en Ocho apellidos vascos, es que ese mismo efecto deseado no se ha logrado en la crítica, por culpa de decaer en ciertos convencionalismos que vienen siendo típicos en comedias españolas modernas, cuando El otro lado de la cama, asombró a la crítica con novedades de género que eran impredecibles, como hacer de la música un elemento más de la ficción. Esto es, los momentos finales y decisivos de la historia están necesitados de la misma energía con la que arrancan los momentos iniciales, como por ejemplo, el momento de la boda, en la que el espectador espera más caos. También, el desarrollo se va haciendo monótono, y quizás la historia pide a gritos, que se enreden más las cosas.

Y algunos personajes, hubieran sido más acertados con un casting diferente, como es el caso de una Amaia (Clara Lago), a la que le falta una pequeña chispa para creernos el mal humor de las vascas, si bien el resto del reparto está súblime.
Son ejemplos de que Ocho apellidos vascos, se sostiene porque es una película que ha hecho reir, aunque hubiera podido ser mejor, con un guión más esmerado.